Cien años de soledad de Gabriel García Márquez: Resumen y Análisis

Cien años de soledad se le ha considerado como la obra maestra del reconocido autor mundial Gabriel García Márquez (1927-2014). El escritor latinoamericano trabajó febrilmente allí durante un año y medio previos a la publicación de tan majestuosa obra, en su casa de la Ciudad de México. 

Es el resultado de una reflexión que Márquez inició desde muy joven, sobre la posibilidad de construir una saga familiar y al mismo tiempo una historia que sea un espejo deformado de su Colombia y de la que la precedió. El título provisional sigue siendo "La casa" durante mucho tiempo. 

Como afirmó Márquez: "Quería que todo el desarrollo de la novela tuviera lugar dentro de la casa y que todo lo que sucediera fuera se describiera en términos de su impacto en ella. Luego abandoné la idea de ese título, pero una vez que llegamos a Macondo, la historia nunca va más allá".

Cien años de soledad

Resumen

Cien años de soledad es una saga familiar ambientada en el ficticio y muy aislado pueblo de Macondo, ubicado en el Caribe colombiano. Aquí es donde tiene lugar toda la historia, y es aquí donde se suceden siete generaciones, a menudo compartiendo una contemporaneidad poco probable.

La familia Buendía, y quienes les pertenecen indebidamente, cuentan personajes absurdamente longevos. Úrsula Iguarán, la mujer mayor de la casa Buendía, vivirá 120 años, llegando a conocer a casi todos los miembros de la familia. Estos incluyen clarividentes, alquimistas, coroneles, dictadores, empresarios, bordadores, afinadores de instrumentos musicales, orfebres, pasteleros, rebeldes, suicidas, gitanos, soldados, prostitutas errantes y gigolós.

La novela de Márquez se divide en veinte capítulos innumerables: los primeros nueve capítulos están dedicados a los hechos que involucran a la primera, segunda y tercera generación. Desde el capítulo seis, sin embargo, el contexto, aunque sigue siendo el de Macondo, incorpora el más amplio de las guerras civiles. El sexto capítulo es una suerte de incipit nuevo de la novela que, realzando el estilo narrativo de toda la obra y trazando el del mito, utiliza estratégicamente la figura del prolepsis, lo que nos permite "insinuar, al comienzo de una vida", su conclusión para que el presente ya se perciba en la perspectiva del pasado que le dará el futuro”.

La fundación de Macondo se produce a raíz de la expedición del antepasado y patriarca José Arcadio Buendía a su esposa y prima hermana Úrsula Iguarán quienes deciden abandonar Riohacha por un asesinato cometido por José Arcadio y las constantes apariciones del fantasma del muerto, Prudencio Aguilar. Así, José, Úrsula, ya embarazada en ese momento y veintiún amigos abandonan el pueblo sin tener un destino preciso pero con el sueño de llegar al mar. 

Luego de veintiséis meses de viaje por el desierto, durante los cuales Úrsula da a luz a su hijo mayor José Arcadio, el grupo se detiene y, para no tener que emprender un destructivo viaje de regreso, encuentran a Macondo en la orilla de un río. Aquí nació el segundo hijo de Buendía, Aureliano, primogénito de Macondo y niño caracterizado por una mirada lúcida y atenta que encontraremos como característica peculiar en todos los aurelianos de la familia, en ocasiones también dotado del poder de clarividencia.

El gitano Melquíades se presenta repetidas veces en la ciudad, representando para Macondo un vínculo con el progreso y con el resto del mundo. De hecho, siempre lleva consigo inventos asombrosos: el imán, el telescopio, los secretos de la alquimia fascinan a José Arcadio Buendía hasta el punto de tenerlo encerrado en el laboratorio durante años, durante los cuales el hombre pierde de vista el cuidado de su familia y se gana esa soledad que, a lo largo de la historia, será la sincera compañera de todos los personajes de Márquez. 

Úrsula, furiosa por la autoexclusión de su marido del mundo, lo devuelve a la tierra. Recuperándose, José Arcadio vuelve a cuidar a sus hijos, y el momento en que los lleva a los dos a ver el hielo es memorable en la novela, traída a Macondo como un bicho raro por los gitanos. Luego viene Rebeca, una niña de once años que se presenta en la puerta con un saco que contiene los huesos de sus padres y es adoptada por los Buendía.

Taciturna e introvertida, Rebeca se consuela chupándose el pulgar y comiendo convulsivamente la tierra, y es la causa de una epidemia de insomnio que contagia a todo Macondo, salvo sólo por la aparición del fantasma de Melquíades, quien murió mientras tanto en uno de sus viajes.

El tercer hijo de José Arcadio y Úrsula es Amaranta. Amaranta siente envidia de su hermana adoptiva Rebeca que, más bella y segura de sí misma que ella, logra conquistar al italiano Pietro Crespi, un cortés afinador de instrumentos musicales del que ambas hermanas se enamoran durante la adolescencia. 

La locura del amor empuja a Rebeca a sus viejos hábitos obsesivos (comer tierra y chuparse el dedo) mientras Amaranta se jura a sí misma que los dos nunca se casarán ni ahora ni nunca. Así sucede: Amaranta le desea todos los males a su media hermana y, planeando un asesinato envenenando si es necesario, Amaranta sin querer acaba provocando otro duelo, el de la pequeña mujer de su hermano Aureliano. 

A estas alturas ya adulto, de hecho se ha casado recientemente con la impúber Remedios Moscote, de tan solo nueve años, que muere entre los muñecos de su cama, durante el aborto de los dos gemelos en su vientre. El duelo solo pospone la boda de Rebeca y Pietro Crespi, tal como lo deseaba Amaranta. Mientras tanto, Buendía, el hijo mayor de José Arcadio, regresa a casa, quien se gana la vida durante mucho tiempo acostándose con diferentes mujeres cada noche gracias a sus increíbles cualidades como superdotado. 

Rebeca se enamora de su hermanastro y los dos se van a vivir juntos. Pietro Crespi, devastado por el dolor, comienza a mirar a Amaranta con otros ojos. Pero Amaranta está llena de culpa por haber causado indirectamente la muerte de Remedios y desde entonces lleva un paño negro alrededor de la mano, señal de luto y de su voto de virgen. Cuando Pietro Crespi le pide que se case con él, Amaranta se niega y el italiano se suicida.

Aureliano, desesperado por la pérdida de Remedios, sigue frecuentando la casa de los Moscotes y especialmente el padre de Remedios, el corrector Don Apolinar Moscote. Aquí presencia el fraude electoral de los conservadores y se jura a sí mismo que si tiene que tomar partido en alguna parte, lo hará con los liberales, porque los conservadores son ladrones. 

En el resto del país la rebelión armada está en marcha: así, tras algunas vacilaciones, Aureliano se hace cargo de la insurrección de Macondo. Los primeros en ser desarmados por el autoproclamado coronel Aureliano Buendía y sus 21 soldados son los soldados que acompañan al corrector. A partir de este momento, los acontecimientos de Macondo se cruzan con un largo período de guerras civiles:

El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos de diecisiete mujeres diferentes, que fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera los treinta y cinco. Escapó de catorce ataques, setenta y tres emboscadas y un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una dosis de estricnina en su café que habría sido suficiente para matar a un caballo.

Aureliano nombra a Arcadio como lugarteniente de Macondo. Arcadio es el primer hijo de José Arcadio y Pilar Ternera, una mujer con la que el hermano mayor de Aureliano tuvo un romance durante su adolescencia. Arcadio está confiado a los Buendía y crece con la convicción de ser el hijo menor de Úrsula y José Arcadio.

Hombre de gran cultura, dirige la primera escuela en Macondo, pero pronto se vuelve arrogante y presuntuoso. Atraído por Pilar Ternera, que no sabe ser su madre, se enamorará de Santa Sofía de la Piedad gracias a una estratagema de la propia Pilar y la mujer le dará tres hijos. Durante la lugarteniente, Arcadio centró todo el poder posible en sí mismo, convirtiéndose pronto en el tirano de Macondo. 

A pesar del intento de Úrsula de hacer que su hijastro recobre el sentido, Arcadio es incapaz de rendirse y respetar la rendición de los liberales proclamada por el coronel Aureliano y acabará siendo capturado por los militares y ejecutado por el capitán Roque Carnicero. Los liberales negocian entonces con el gobierno pero Aureliano los desautoriza y promueve una serie de sublevaciones armadas, regresa victorioso a Macondo y acaba condenando a muerte al alcalde militar coronel Moncada. 

La guerra es total y el luto acecha a la familia Buendía: muere el progenitor José Arcadio, tras intentar resucitar al gitano Melquíades con vapores de mercurio. El fin del patriarca llega después de un largo período de demencia, que el anciano pasa atado a un castaño, cuidado por Úrsula, murmurando sólo oscuras palabras en latín. 

También muere su hijo José Arcadio, brutalmente asesinado; Aureliano José, hijo de la noche en que Aureliano pierde su virginidad con Pilar Ternera, muere baleado. Mientras tanto, diecisiete niños de distintas edades son entregados a la casa Buendía, todos hijos del coronel Aureliano con la misma cantidad de mujeres.

Los liberales empiezan a perder terreno: el coronel Aureliano está cada vez más solo y cada vez más duro y cruel. Solo una crisis de conciencia impide que se cumpla la sentencia de muerte de su amigo de la infancia y compañero de guerra, Gerinaldo Márquez. 

Antes de que el tribunal militar ejecute a Gerinaldo, los dos huyen juntos con la intención de poner fin a la guerra. Aureliano firma la rendición pero, incapaz de mirar hacia adelante, dispara un tiro al corazón , justo en el centro del círculo que su médico había dibujado en su túnica. Sin embargo, la bala lo atraviesa de un lado a otro: es, como sabía el médico, el único lugar donde la bala no dañaría ningún órgano vital.

Aureliano se retira a Macondo, donde vuelve a las pasiones alquímicas que ya afligían a su padre, y a su negocio de orfebrería con la producción de peces de colores, en el que se especializó a temprana edad. Mientras tanto, los tres hijos de Santa Sofia del la Piedad, la viuda de Arcadio, acogidos por Ursula tras la muerte de su sobrino, se acercan a la adolescencia.

Las gemelas juegan a intercambiar identidades mientras Remedios es cada vez más bella: vestida con una sencilla túnica de cáñamo, vive en un mundo propio, ajeno al real, creciendo prácticamente analfabeta. La “abuela” Úrsula corre, como siempre, a cubrirse impidiéndole salir a menos que esté velada e ir a la Santa Misa. 

Pero cuando cuatro locos del amor mueren prematuramente, los rumores comienzan a decir que Remedios es la causa y que su aliento es un aliento de muerte. La descripción de Márquez de su ascensión al cielo es legendaria:

Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo tanta serenidad para reconocer la naturaleza de ese viento ineludible, y dejó las sábanas a merced de la luz, y vio a Remedios la bella saludándola, en medio de las palpitaciones deslumbrantes de las sábanas que subió con ella, que salió con ella del aire de escarabajo y dalias, y con ella cruzaron el aire donde morían a las cuatro de la tarde, y con ella se perdieron para siempre en los aires altos donde ni siquiera pudieron llegar a ella los pájaros más altos de la memoria.

Además de Remedios, hay otra mujer de proverbial belleza, oriunda del altiplano, que llega a Macondo durante el Carnaval: se trata de Fernanda del Carpio que se enamora del impetuoso y testarudo Aureliano Segundo, uno de los hermanos gemelos de Remedios. Los dos se casan, pero Fernanda no será la única mujer de Aureliano Segundo: junto a su historia marital, de hecho, siempre estará la de la afortunada amante Petra Cotes.

Fernanda resulta ser una mujer rígida, conservadora, anclada a antiguas prescripciones y ritmos de vida distintos a los de la casa Buendía. Da a luz a tres hijos: José Arcadio, a quien Úrsula decide enviar al seminario con la esperanza de que se convierta en Papa, Renata Remedios, también conocida como Meme, también enviada a estudiar por las monjas en el internado y Amaranta Úrsula, quien estudios en Bélgica. 

En Roma, José Arcadio despilfarra el dinero que le envía su familia, llevando una vida de penuria con otros jóvenes; Meme, quien a pesar de su rígida educación católica tiene la sangre impetuosa de su padre Aureliano, se enamora de Mauricio Babilonia, un humilde conductor que trabaja para la Compañía Bananera que ha llegado a Macondo gracias al ferrocarril recién construido y por la amable intercesión del Sr. Brown, amigo americano de Aureliano Segundo, animado por una inquebrantable confianza en el progreso.

Meme y Mauricio pasan el rato en el burdel de Pilar Ternera quien demuestra ser feliz varias veces para prestar sus habitaciones para la alegría y la efusión de los demás. Cuando Fernanda descubre el romance de su hija, traza un plan para eliminar a Mauricio Babilonia quien, atropellado por un guardia, quedará paralizado de por vida.. Meme está encerrada en un convento de la meseta donde da a luz a un hijo ilegítimo que una monja traerá a Macondo. La niña murió años después, muy lejos de casa y sin haber vuelto a decir una palabra.

Desde que la Compañía Bananera del Sr. Brown se estableció en Macondo, juzgando que las tierras aledañas al pueblo eran aptas para el cultivo de frutas, muchos habitantes comenzaron a trabajar allí. Se construye un nuevo pueblo junto a la "ciudad vieja" capaz de albergar a estadounidenses que llevan una vida independiente de la de los nativos. Sin embargo, las ocasiones de roces con los habitantes de Macondo no son raras, tanto es así que el anciano coronel Aureliano Buendía llega a desear una nueva guerra, para expulsar a todo extranjero.

Es su amigo de toda la vida Gerinaldo Márquez quien le hace desistir, pero la desesperación se apodera de él cuando unos asesinos enviados por los estadounidenses, en una noche sangrienta, matan a dieciséis de sus diecisiete hijos en otros tantos lugares de Colombia, salvando solo al primogénito, Aureliano Amador. El viejo coronel, cada vez más solo, se atrinchera en su casa para trabajar obsesivamente en su pez dorado. No volverá a salir hasta una mañana, cuando Aureliano Buendía muere repentinamente apoyado en un castaño.

Como él, el viejo y cansado Amaranta también muere de muerte natural. Es la muerte misma la que se anuncia y lo hace de una manera sumamente precisa: cuando Amaranta haya terminado de tejer la sábana funeraria que prepara, la muerte se la llevará consigo. Rebeca, tras la misteriosa muerte de su marido y golpeada por la mala fe de quienes sospechan que ella fue la que mató a José Arcadio, se encierra en una impenetrable soledad y se niega, para disgusto de Úrsula, a volver a vivir en la casa Buendía. La encuentran muerta en su cama, con el cuerpo en ruinas y el pulgar en la boca, como cuando era niña y se comía la tierra.

Mientras tanto, José Arcadio Segundo, hermano gemelo de Aureliano, un hombre manso y reflexivo, se convirtió en uno de los sindicalistas más destacados de Macondo. Los trabajadores exigen salarios más altos y mejores condiciones laborales de la empresa del Sr. Brown: la huelga es desenfrenada hasta que las autoridades deciden abrir un diálogo con los trabajadores. 

Los trabajadores y sus familias se reúnen en masa cerca de la estación para ir a la capital, pero esperándolos se encuentran con los soldados disparando a la multitud con ametralladoras. Los cadáveres son recogidos en un vagón de tren que se dirige al mar: aquí José Arcadio, el único superviviente de la carnicería, se despierta horrorizado. José se lanza fuera del convoy en movimiento, regresa a Macondo, cuenta la masacre pero nadie le cree. Cierra sin ser escuchado en la habitación de la gitana Melquíades y nunca más la dejará.

La temporada de lluvias golpea a Macondo. El diluvio anómalo dura cuatro años, once meses y dos días. Los campos se inundan, se vuelven inutilizables y el daño a los cultivos es irreversible. La Compañía Bananera cierra sus puertas en Macondo para reabrirlas en otros lugares. Cuando deja de llover, la ciudad ya no cuenta con nadie, solo con sus habitantes originales. Comienza una fase de duelo por Buendía: los mellizos Aureliano y José Arcadio Segundo mueren al mismo tiempo y por último muere Úrsula. Tras ella también muere la otra matriarca, la adivina e iniciadora en los placeres del sexo de muchos Buendía, Pilar Ternera.

La sexta y última generación de los Buendía ve a Amaranta Úrsula, tercera hija de Fernanda del Carpio y Aureliano José Segundo, que regresa a Macondo con su marido Gastón en la casa Buendía donde también se ha asentado su hermano José Arcadio, regresando de Roma. Aquí también vive el pequeño Aureliano Babilonia, hijo ilegítimo de Meme y Mauricio Babilonia. 

Después de haber convivido durante algún tiempo con otros bromistas dedicados al buen vivir y al alcohol en la casa de Macondo, José Arcadio muere asesinado por los mismos compañeros que huyen con un tesoro de monedas de oro encontrado en la habitación de la "abuela" Úrsula.

Mientras tanto, Aureliano Babilonia, confinado en la habitación de Melquíades para traducir los antiguos escritos gitanos al sánscrito, se enamora de la tía Amaranta Úrsula. Los dos intentan resistir la pasión que les embarga pero, como ya ha pasado en el pasado de Buendía, esto no es posible. 

Tras la marcha de su marido Gastón a Bélgica, Amaranta Úrsula da a luz a una pequeña Buendía con rabo de cerdo, pero muriendo por las consecuencias del parto: la profecía sobre el animal mitológico que, como se había predicho, se habría cumplido un fin al linaje Buendía. 

Aureliano Babilonia, aunque desesperado, continúa en la empresa de salvar la memoria de Macondo y descifrar los escritos de la gitana Melquíades; obsesionado con la empresa, no se da cuenta de que la casa Macondo está invadida por un ejército de hormigas. Mientras las termitas se llevan la última Buendía con rabo de cerdo, un viento aterrador se levanta sobre la ciudad anulando a Macondo y sancionando el fin de la soledad de sus habitantes.

Cien años de soledad

Análisis 

Márquez afirmó que uno de los trucos que le permitió hacer creíble hasta el más surrealista de los episodios que describió fue la inserción de tantos detalles como fuera posible para que la impresión fuera que los episodios tenían un fundamento de verdad.

La prosa de Cien años de soledad a veces puede recordar el progreso de ciertas genealogías bíblicas. Sin embargo, son solo pequeñas ventanas en las que el escritor colombiano intenta evocar los mitos donde es necesario fundar la mitología del personaje. 

En 100 años de soledad libro, la oralidad, la historia, la leyenda están en los contenidos más que en el estilo. De hecho, la narración sigue siendo simple y rápida, y a menudo es extremadamente rica en eventos, condensando tiempos muy largos en unas pocas líneas.

Tiempo y espacio

La estructura de los capítulos que componen Cien años de soledad sigue, si no un módulo narrativo real, al menos una fórmula recurrente: cada capítulo menciona al principio un hecho fundamental para la historia narrada en ese capítulo dado. 

Este hecho es, en la gran mayoría de los casos, el último en orden cronológico que se tratará en ese mismo capítulo y se sustrae momentáneamente del orden cronológico de los hechos y se resalta con un prolijo. Por tanto, cada capítulo comienza con un salto hacia el futuro y continúa con un único flashback cuya narrativa continúa linealmente hacia el hecho mencionado al principio.

La famosa apertura de la novela, que resulta ser una verdadera declaración de intenciones, además de encerrar en pocas palabras lo que será una característica real de la narración de Márquez, que es una prosa que adora jugar con el tiempo, construir paralelismos entre la historia de Colombia y la de Macondo, acercar el principio y el final de cada generación, como sucede con los extremos de un círculo. 

Márquez difundió así toda la novela con prolijos, es decir, momentos narrativos que anticipan las acciones y pensamientos de los personajes involucrados. Márquez confía los sentimientos más profundos que animan a sus personajes al mecanismo de prolepsis y juntos pinta los recuerdos, catapultándolos a un tiempo futuro, cercano a la muerte.

Los cien años de Macondo se originan en una prehistoria mítica y terminan con una catástrofe que arrasa con la ciudad y con ella toda la familia. El escritor colombiano gira la rueda del tiempo a su antojo hacia los momentos cruciales del siglo de Macondo: la mayoría de las anticipaciones nos conducen a momentos "mortales" (por ejemplo, el rodaje de Arcadio) durante los cuales los personajes suelen revivir en el recuerdo el decisivo. episodios de mi existencia. 

En el caso de Aureliano, Márquez lleva este mecanismo al extremo: al anticipar una ejecución que no se llevará a cabo, hace que la muerte perdida del coronel sea seguida por todas las muertes reales de otros personajes familiares. La trayectoria hacia el futuro (es decir, los prolijos y la anticipación de los hechos) aparece tan rápida como la hacia el pasado (es decir, la memoria), de modo que el presente ya puede ser percibido por el lector, así como por tal, también como recuerdo. El autor y los personajes se encuentran: uno ya sabiendo lo que debe suceder, los otros retrocediendo hacia el pasado.

Análogo al contraste entre tiempo cronológico y narrativo-memorial, es el contraste todo espacial que implica la medición de la distancia, según se implemente desde Macondo hacia el exterior o desde el exterior hacia Macondo. Se necesitan meses y meses de viaje para llegar al lugar elegido para la fundación de Macondo, pero los que llegan a Macondo desde "otro lugar" tardan un par de días. 

Así como hay dos tipos de tiempo en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, - un tiempo mental, que supera los años, une momentos de conciencia más intensa, y un tiempo cronológico, sujeto a medidas regulares - lo mismo ocurre con la distancia: el casi legendario que separa a Macondo del resto del mundo, y el mucho más modesto que une el mundo exterior con la mítica ciudad del Buendía.

No en vano, el tiempo que escogió Márquez para expresar el pasado mítico de su saga sea el imperfecto. Señala la incertidumbre y el desorden típicos de la memoria, ya que es un tiempo que expresa la duración pero no el momento preciso y exacto en el que ocurrió un hecho en el pasado, que por lo tanto se convierte en un todo informe, compuesto, inestable. La nostalgia que trae consigo la memoria es siempre nostalgia de un trastorno.

La Soledad

Los Cien Años de Soledad son los cien años de soledad de Macondo y la familia Buendía. La soledad es una situación mental, una suerte de introversión que los descendientes heredan del patriarca José Arcadio. Esta introversión se transmite desde Buendía en Buendía de dos formas distintas: en forma de actividad inquieta y heterogénea o, en segundo lugar, como una determinación paranoica por empresas libres y fútiles. En ambos casos es una aversión a todo lo práctico, constructivo, prosaico.

La variación de los personajes y los hechos de la familia Buendía no es, por tanto, más que un surtido de tipos de soledad, que en algunos se vuelven permanentes - pensemos en Rebeca que se atrinchera en la casa acusada de asesinato o la total no pertenencia de "Remedios la bella" al mundo real - y en otros adquiridos, según una rotación que involucra alternancias y que tiene su mejor ejemplo en el obsesivo y canturreo regreso de los mismos nombres en la dinastía Buendía. 

Úrsula señalará cómo los aurelianos tienen un carácter introvertido y una mente clara, mientras que los José Arcadio -desde el dotado José Arcadio, pasando por el dictador Arcadio y el gemelo intercambiado Aureliano Segundo- son impulsivos, necesitando actuar y realizar grandes hazañas, a veces alegre pero marcado por un destino trágico. 

Si la soledad de los aurelianos aumenta con el aumento de poder - pensemos en primer lugar en el coronel Aureliano - y su existencia se convierte en un intento circular y sin resolver de romper esta soledad, los José Arcadio están tanto más solos cuanto más gigantesca su fisicalidad sobre el límite de lo irreal, convirtiéndose en un símbolo de incertidumbre. Los dos personajes, Aureliano y Arcadio, están de hecho unidos en el patriarca de la Buendía, José Arcadio, que murió en una castaña.

La soledad en el libro 100 años de soledad es entendida como una consideración a la incapacidad para amar y ofrecer solidaridad es uno de los ingredientes fundamentales de la vida de los personajes de Márquez y no es de extrañar que muchas veces la expresión de este sentimiento se confíe siempre al prolepsis: anticipar el futuro en un presente incierto y utilizando esta anticipación como pretexto para contar un pasado mítico pero igualmente solitario, entendemos que la soledad acompaña al hombre a lo largo de su vida. Uno no puede deshacerse de la soledad y, por lo tanto, es bueno hacer un pacto honesto con ella.

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